viernes, 27 de marzo de 2009

miércoles, 18 de marzo de 2009

jueves, 5 de marzo de 2009

Reflexiones de un profesor: La exigencia del entrenador

Por José Ángel Guedea Adiego.

A raíz de leer en Arajudo los apartados de “Dime lo que quieras”, ante la pregunta, ¿Cuál es la persona que más exigente ha sido contigo?

Algunas respuestas han sido las siguientes

Yo misma…, siempre me ha exigido un poco más…, mi padre y entrenador, siempre está que si he corrido, que si he hecho pesas…, mi entrenador que cada día quiere más…, siempre lo encuentro a mi lado corrigiéndome, haciéndome perfeccionar, tapando lagunas…, yo mismo pues siempre he tenido claro lo que he querido…, mi profe que siempre ha ido persiguiéndome por el tatami…, yo misma, soy muy exigente con mi entrenamiento…,mi hermano…,yo mismo o mi entrenador…, yo mismo…, mi padre y entrenador, siempre quiere más…, mi entrenador dándome pescozones…, ¿exigirme de exigirme en un entrenamiento…?

Y ha surgido la siguiente reflexión:

¿Quién es la persona que resulta ser más exigente en la vida deportiva del judoka?

En el comercio en la vida ordinaria, ante un artículo que nos interesa comprar, nos enteramos del precio y si nos parece apropiado y nos conviene lo compramos y nos parece normal y exigimos que el artículo se encuentre en las mejores condiciones.
En un deporte profesional, por ejemplo fútbol, a un jugador por el que se ha pagado una cantidad astronómica y cobra un sueldo “acorde con su valía o su popularidad” se le puede exigir que se entrene, que se cuide, que obtenga resultados y que meta goles.

¿Cuál es la situación en Judo?

Una persona que quiere hacer Judo, busca un club, un gimnasio de Judo, se apunta, paga una cuota y acuerda unas sesiones, unos horarios y una enseñanza que el gimnasio se compromete a cumplir y tiene que hacerlo porque sino el “cliente” puede reclamar y exigir que se cumpla lo acordado.
Pero es el cliente, es el alumno el que exige al gimnasio y al profesor que cumplan los horarios y que se cumpla lo pactado.
En ocasiones un profesor poco empático o poco profesional, no hace las clases apropiadas con el nivel que tiene entre las manos o tiene una clase complicada con practicantes de distintas edades, nivel y condición física y difícilmente consigue que todos salgan satisfechos todos los días del entrenamiento. “Los clientes”, si están descontentos, quizá se lo digan, pero en muchas ocasiones lo que sucede es que dejan de practicar y abandonan el gimnasio.

La persona más importante en la vida deportiva de un judoka es su profesor. El profesor lo que si hará para llevar el control en la clase y en el entrenamiento es exigir una forma de disciplina social para que en su clase se cumplan unas normas de buena educación, de puntualidad, de respeto, de higiene… y otra forma de disciplina necesaria para salvaguardar los intereses de los miembros del grupo y para que el grupo progrese.

Un entrenador puede mostrarse autoritario, sumiso o mostrar un estilo cooperador, pero ¿hasta que punto y en qué momento puede exigir a sus alumnos una implicación mayor en el entrenamiento? Y ¿con qué nivel de exigencia puede hacerlo?

La exigencia en el entrenamiento de alguna forma la marca el deportista y es el propio judoka el que se exige en un primer momento. El entrenador debe de darse cuenta de su entrega, de sus aspiraciones, de lo que el deportista pretende, del tiempo y del esfuerzo que dedica y está dispuesto a emplear y a partir de ahí es cuando el entrenador puede en un “tira y afloja” aportar su colaboración y apoyar con una mayor atención, dedicación y trabajo a su deportista.

Entonces lo normal es que entre el entrenador y el deportista se cree una relación más fuerte, que juntos se planteen los objetivos que se quieren conseguir y que acuerden que está dispuesto cada uno dispuesto a aportar de si mismo, y a partir de ese “compromiso formal”, el entrenador ya puede ser exigente con su judoka en base a lo pactado y ya dependerá de su relación, de la empatía y de sus conocimientos, cómo se desarrollará la situación.

Y es a partir de ese “compromiso moral” de los dos, que el entrenador poniendo los medios puede exigir al judoka que cumpla lo acordado.

¿Pero hasta que punto el entrenador puede ser exigente?

En un deporte como el nuestro, basado solo en la ilusión por los resultados, sin remuneraciones económicas por en medio en el nivel a que me estoy refiriendo, alimentado en un primer momento por el hecho de practicar Judo, por la vida encontrada en el club con sus compañeros, por la relación con el entrenador, la exigencia del entrenador va a estar marcada en la medida en que el judoka se exija, se entregue al entrenamiento y demuestre hasta donde está dispuesto a llegar y el punto de exigencia va a depender también de una manera importante de la “entrega” y la dedicación del entrenador al proyecto emprendido juntos teniendo los dos claro lo pactado, y sabiendo que en cualquier momento cualquiera de ellos, tiene la posibilidad de decidir parar.

De ahí la importancia de una comunicación abierta y sincera entre el entrenador y el judoka para informarse a tiempo, evitar malentendidos, saber en todo momento los dos a que atenerse y obrar en consecuencia.

Un yudoca aspira a ser campeón de España tras adelgazar 50 kilos.

http://www.lavozdegalicia.es/deportes/2009/03/04/0003_7567417.htm

VIDEO: O SOTO GARI amb David Alarza